Nueva web por la reconstitución del comunismo

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¡Desarrollemos la línea proletaria! ¡Viva la Revolución Socialista!

El Movimiento Revolucionario y los Frentes de resistencia

. domingo, 2 de diciembre de 2012
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El Próximo domingo, 9 de diciembre a las 18:00h, en la sala Juan Goytisolo (en el muelle de levante del Puerto de Almería), realizaremos una charla-debate sobre el movimiento de resistencia (los llamados frentes de masas) y los destacamentos revolucionario.


Esta cuestión, que es la relación entre vanguardia y masas, es vital para el Movimiento Comunista, puesto que a través de dicha relación es como se constituye el Partido Comunista, solo abordándola correctamente podremos obtener el elemento esencial para la revolución. Con este objetivo queremos que esta convocatoria se convierta en un lugar de encuentro y debate en el que todos los interesados podamos aportar nuestra visión, a fin de que el análisis sea lo más completo posible.



Plano para llegar:


III Sesión de formación del Círculo de Estudios Marxistas de Almería

. miércoles, 28 de noviembre de 2012
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El próximo domingo 13 de enero a las 18:00h, se realizará la próxima sesión del CEMA (Círculo de Estudios Marxistas de Almería) será como siempre en la sede de USTEA C/ Jorge Guillén, 1-Bajo (04006) Junto C/Manuel Azaña -continuación Avda. Perú- (junto al Carrefour).



En la anterior sesión se valoró positivamente el estudio alterno (una sesión si y otra no) de El Capital de Karl Marx. Obra imprescindible no solo para entender la naturaleza y trasfondo de la sociedad capitalista, si no, que en dicha obra está sintetizada de forma práctica la dialéctica materialista, por lo que consideramos vital emprender su estudio pormenorizado.

Así pues en esta sesión trataremos de iniciar dicho estudio, centrándonos ante todo de identificar los diferentes términos que usa Marx y aclarándolos a fin de poder tener la base suficiente para la comprensión correcta de la obra.

El contenido de esta escuela será el libro primero, sección primera, capítulo primero: La mercancía.

Como en las anteriores sesiones, es importante llevar trabajado el texto a fin de que se pueda profundizar mejor y los debates sean de mayor calado.

La Huelga General del 14 N y la lucha de clases

. martes, 13 de noviembre de 2012
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La búsqueda de la salida de emergencia que el capitalismo necesita para solventar su crisis sistémica sigue su curso. Para el gran Capital el pasillo, empedrado con millones de obreros en paro y desahuciados, hacia esa puerta llamada “crecimiento económico” se estrecha y ha de deshacerse de algunos de los sectores con los que, hasta 2008, caminó de la mano por aquel gran salón del Estado del bienestar, que era solo la dictadura del capital con rostro humano y que se sostenía sobre los pilares de la explotación de la clase obrera y el expolio, a manos llenas, de tres cuartas partes de la humanidad. Los mecanismos que la clase dominante ha activado, en forma de ajustes, muestran que el capital se ha empeñado en grabar a fuego la “marca España” sobre los trabajadores mediante esas medidas impuestas a golpe de porra en todos los rincones donde habita el proletariado y que permiten sacar pecho a los tertulianos que gobiernan el país cuando se reúnen con sus socios de la Troika y el Bundesbank.

Los “recortes” y la clase dominante

Primero ha de aclararse: el proceso de reformas de la alianza estructural, formulada en el Estado español a través de la intocable constitución y revalidada cada cierto tiempo por los “pactos sociales”, se encuadra en el nuevo esquema configurado por la burguesía española, en conexión con el imperialismo europeo, para seguir aplastando a la clase obrera. El PP no está haciendo otra cosa que seguir los pasos del PSOE (que sigue en sus trece junto a Izquierda Unida en Andalucía), porque el ataque a la clase obrera es un pacto transversal sellado por los poderes de Europa donde la única problemática está en si se va a robar al obrero con la mano derecha o con la mano izquierda. Un matiz, derecha-izquierda, que hemos de ver en el marco de la lucha de clases para saber contextualizar las reformas y no caer en los juegos del oportunismo.
La unidad temporal entre el capitalismo español y el europeo da señas de que la “soberanía nacional” no ha sido transgredida por ningún agente exógeno, como señalan desde los portavoces oficiales de la democracia hasta algunos “anticapitalistas” que definen la situación mediante la supuesta “pérdida de soberanía” del pueblo español. Esto sólo pueden decirlo aquellos que confían en que de la farsa de las urnas pueda salir alguna vez algo que para la clase obrera no sea dictadura del capital; esto sólo pueden afirmarlo los que quieren hacer creer a los trabajadores que las relaciones entre estados puede darse, bajo el capitalismo, en forma solidaria y comunitaria, y no a través de una lucha por imponer unos determinados intereses nacionales sobre otros. 
Las reformas pues coinciden escrupulosamente con los intereses del capitalismo español, y generan fricciones entre los mismos sectores que forman la dictadura del capital en el Estado español: la burguesía monopolista (el capital financiero e industrial), las burguesías nacionales (vasca, galega y catalana), la pequeña burguesía y los sectores populares privilegiados (la “aristocracia obrera”, cuyo mejor representante es el sindicalismo mayoritario). Los cambios en el sistema educativo y sanitario, en la seguridad social, en las relaciones laborales... no son otra cosa que el modo en que cristalizan ante nuestros ojos los cambios en la correlación de fuerzas dentro de esas clases que ocupan el Poder. En esto contexto la Huelga General convocada por los sindicatos mayoritarios muestra, precisamente, que esos cambios en lo alto de la estructura social, que comprometen a toda la sociedad, se cometen en medio de la lucha entre la misma clase dominante en donde la burguesía monopolista (los Botín, Ortega, Roig, etc.) hace de sus deseos ley. La Huelga General se convierte, en este marco, en un refrendo de la aristocracia obrera frente al capital monopolista, al que los comunistas no podemos acudir para apoyar al sector más crítico o radical de estos elementos con la excusa de la “unidad”, dado que la aristocracia obrera defiende intereses de clase, no solo ajenos, sino antagónicos a los de la clase obrera. Los comunistas por el contrario, hemos de movilizarnos para señalar el carácter de clase de cada uno de los actores sociales así como las verdaderas tareas que ha de acometer el proletariado consciente.

¿Por qué ahora?

Las CCOO y la UGT son la punta del iceberg de la aristocracia obrera. Son los representantes de esos sectores populares beneficiarios de la explotación del conjunto de la clase trabajadora y de los países oprimidos, que se aupó al poder en un contexto social (el de la transición) en donde la correlación de fuerzas entre las clases posibilitó que unas cuantas migajas fuesen del lado de los asalariados: por un lado estaba la necesidad, económica y política, de la clase dominante en España de abrir espacio a otras clases para gestionar el poder, a imagen y semejanza del resto de estados europeos, de otra parte estaba el movimiento obrero como sujeto desestabilizante de la reforma controlada. Estas dos cuestiones entrelazadas eran la base para que un sector de la clase asalariada accediese al Poder, dentro de la democracia capitalista. Desde ese momento y durante tres décadas hay una alianza estable entre el gran capital y el resto de los sectores ya mentados, que se resumen gráficamente en los pactos de la Moncloa y de Toledo. Con el acceso a ministerios de cargos sindicales y con el paso de éstos, cual parlamentarios, de la esfera pública a la privada para recibir recompensa por sus servicios prestados.
Hoy el escenario se muestra distinto. La burguesía necesita “soltar lastre” para tener más poder y abaratar, con más facilidad, la fuerza de trabajo. Con una clase obrera desprovista de sus instrumentos de lucha y con una aristocracia obrera sin la suficiente base, ni económica ni política, para ofrecerse a la burguesía como fuerza de contención, el capital no necesita el elevado número de vendeobreros que durante estos años ha tenido en sus organismos de gestión política y administrativa. El sindicalismo mayoritario, convertido hace mucho al parasitismo capitalista pierde su máscara de actor social, descubriéndose lo que ya sabía cualquier proletario que en su vida laboral se haya topado con ellos: que estos representantes de la podredumbre del sistema capitalista son incapaces de hacer algo distinto que no sea intentar salvar su condición de paniaguados, que excede con creces (a través del salario diferido) a la “burocracia sindical” a la que limitan su crítica el revisionismo y el oportunismo.

La ofensiva del capital y la clase obrera

Ante esta situación la mayoría del movimiento obrero y alternativo trata de construir un bloque de referencia para la clase, siempre, aunque en distinto modo, a través de un sindicalismo “verdaderamente combativo” que lleve la lucha sindical de los despachos a la calle, recorriendo hacia atrás el camino que el sindicalismo ha recorrido a lo largo de la historia. Se intenta, en definitiva, conformar un proyecto político que luche contra los recortes y lleve al sindicalismo a ser lo que fue en otro período.
Pero hay que entender el sindicalismo, no como simple actividad sindical sino como línea política consistente en ir agregando los distintos problemas que asolan a la clase obrera (paro, pobreza, exclusión, vivienda, racismo, etc.) a una especie de tablero de reformas en donde la solución de cada cuestión se encuentra compartimentada. El sindicalismo es aquella propuesta política que encierra a los trabajadores en el tira y afloja con el patrón y con el Estado burgués: más salario, más derechos sociales, más reparto justo… que en el siguiente reajuste del capital volverán a ser barridos para que empecemos de cero, pues son solo concesiones temporales que el capital se ve obligado a realizar en un contexto de ascenso de las luchas populares. Pero estas luchas, por más que estén dinamizadas por “revolucionarios” y se pretendan para, con buenas intenciones, “acumular fuerzas”, no sirven más que para plantear a la clase dominante una revisión de sus políticas para con los trabajadores Y no otorgan a la clase obrera una conciencia revolucionaria que eleve al movimiento sobre la meraresistencia a los envites del capital monopolistapara lo que ni siquiera están sirviendo. Si acaso ayudan al “anticapitalismo” existente a ponerse en la cola de la aristocracia obrera y ser vehículo de la ideología burguesa entre los trabajadores. 
Para crear conciencia revolucionaria entre las amplias masas obreras, es decir para construir el movimiento revolucionario, es necesario, en primer lugar, que reconstituyamos la ideología de la clase obrera, pues si no hay teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario. Es decir, si no se tiene en cuenta la experiencia histórica de la clase obrera y no se lucha contra las bases teóricas del reformismo que supura al movimiento obrero y las luchas espontáneas, recolocando al comunismo revolucionario en la vanguardia ideológica de la clase obrera, es imposible desarrollar una línea general sobre las tareas de la Revolución. Solo con el desarrollo consciente de esta labor es como podrá ponerse en pie el movimiento revolucionario organizado que a través de la ejecución de programa político ponga en práctica la transformación de las condiciones de vida de los trabajadoresunificando esa conciencia revolucionaria con el movimiento de masas, entendiendo este conjunto organizativo proletario como Partido Comunista. Y su constitución implica un largo proceso que (siendo realistas y no dejándonos llevar por los distintos movimientos espontáneos que tan pronto aparecen como desaparecen, que están accionados por la política que sigue el capital o que, directamente, representan intereses distintos a los del proletariado) choca radicalmente con las medidas cortoplacistas e infantiles que esgrime el oportunismo, se vista de rojo o de anarconsindical, que no logra salir de esas inercias sindicalistas que son las que precisamente han despojado al proletariado de sus organismos de combate que a lo largo del siglo XX hicieron temblar el poder internacional de la burguesía. Unas lógicas reformistas en donde lo que se llama “revolución” (o “proyecto constituyente”, a gusto del consumidor) no es más que una componenda con amplios sectores de la clase dominante a través de la cual se repartiría justamente la riqueza social entre capitalistas y trabajadores. Toman el Estado en abstracto y no como un instrumento de una determinada clase.
Tal es así que incluso se habla, con bastante ligereza, de construir, “poder popular” o “contrapoder”, pero eso sí, limitando ese poder del pueblo a ser el espíritu ético de la burguesía (salvo algún “oligarca” a nacionalizar) a la que se hará entrar en razón a golpe de los decretazos impuestos por el Estado… ¡de los propios capitalistas!. El mismo Estado diseñado exclusivamente para aplastar a la clase obrera en la producción o para expulsarla de la misma, para dejarla sin hogar e ilegalizar sus organizaciones, para limitar el derecho a manifestación y encarcelar a los más conscientes o para pisotear los derechos nacionales de los pueblos.
Porque desde el punto de vista de la Revolución Socialista, “poder popular” no puede ser una consigna vacía que se grite en aras de captar más votos en unas elecciones en las que la burguesía reparte su poder. Poder Revolucionario significa instituciones nuevas, creadas por y para la clase obrera y cuya tarea primordial es luchar contra las instituciones del Estado capitalista edificando el programa emancipatorio del proletariadoLa Revolución no es un problema de dirección, sino de construcción. No puede pretenderse que la revolución consista en agazaparse tras los movimientos espontáneos, perdidos en la conciencia sindical, para soltarles un par de consignas que los radicalice y los lleve a la “insurrección”. Si el poder burgués es la alianza de las facciones del capital para ejecutar su programa político (sus intereses de clase) el Poder proletario ha de ser la unión de la clase obrera ejecutando su programa revolucionario. Aquí no existen subterfugios.
El programa de acción que se crea de enraizar la ideología revolucionaria, depurada de oportunismo, con las masas proletarias a través del Partido Comunista, solo puede tomar tierra con la sucesiva edificación del Poder popular que solo puede significar, para la clase obrera, confrontación de la dictadura del capital con la democracia de los trabajadores, con la dictadura revolucionaria del proletariado. Observarlo de otro modo es, simple y llanamente, inducir a la clase obrera por el camino del pacto social, de la transacción mercantil entre intereses políticos que le son ajenos y que no proponen, más allá de las formas, nada que se aleje un solo ápice de la democracia burguesa, de la dictadura del capital.


"El capitalismo es un sistema imposible de reformar. La tarea histórica del proletariado moderno es destruirlo, no reformarlo“
V.I. Lenin

Juventud Comunista de Almería

Juventud Comunista de Zamora

Noviembre 2012

Próxima escuela de formación

. lunes, 29 de octubre de 2012
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Desde la JC-Almería os informamos de que el próximo domingo 25 de Noviembre, desarrollaremos una escuela de formación sobre filosofía marxista, para asistir a la misma poneos en contacto con nosotros a través de nuestro nuevo correo corporativo: jjccalmeria@gmail.com.

II Sesión de formación del Círculo de Estudios Marxistas de Almería

. viernes, 14 de septiembre de 2012
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Tras la buena acogida del Círculo de Estudios Marxistas de Almería en su primera sesión, donde se trató El Estado y la Revolución y El Mito de la Democracia; volvemos a la carga con El Imperialismo: fase superior del capitalismo.
La sesión será el domingo 7 de octubre a las 18:00 en la sede de USTEA, C/ Jorge Guillén, 1-Bajo (04006) Junto C/Manuel Azaña -continuación Avda. Perú- (junto al Carrefour).

Como en la anterior sesión los textos deben de traerse correctamente preparados para que de esta manera, los debates sean mas profundos y enriquecedores.





Enlaces al documento:




Plano para llegar:


Programa de la IV escuela de formación

. martes, 14 de agosto de 2012
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La IV escuela de formación de la JC-Almería se desarrollará íntegramente en la Sala Juan Goytisolo (en los aparcamientos del muelle de levante del puerto de Almería)

Los horarios de debate serán de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00


El día 16 correspondería con la recepción de los camaradas y el inicio formal de la escuela y sus saludos de organizaciones.

El día 17 correspondería con el debate entorno a la Reconstitución del Partido Comunista.

El día 18 correspondería con el debate entorno al desarrollo histórico del marxismo y del revisionismo.

El día 19 correspondería (aunque no aparece en el documento de lectura previa con un tercer punto diferenciado sino a través de lo que se ha ido viendo en los otros dos) con el debate entorno a las Leyes Generales de la Revolución que por ahora podemos ir definiendo, o al menos esbozando.

El día 20 finalmente sería de despedida, clausura y tiempo para reuniones bilaterales, trilaterales, etc. (si bien estas pueden ir desarrollandose en los días anteriores también).

asimismo los documentos han sufrido alguna pequeña modificación:

IV escuela provincial de formación

. lunes, 30 de julio de 2012
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Entre los próximos días del 16 al 20 de agosto, la Juventud Comunista de Almería, desarrollará su IV escuela provincial de formación, que constará de tres bloques:
  1. La reconstitución del Partido Comunista
  2. La evolución del marxismo y el revisionismo
  3. La toma del poder
La metodología que se empleará será la de la lectura individual (previa a la escuela) de los documentos base para que posteriormente se desarrollen debates sobre las temáticas a tratar, debates de los cuales se pretenden sacar unas síntesis por escrito para trasladar al Movimiento Comunista Español y que a la vez sirva de debate para el resto de destacamentos.

Para más información escribid a nuestro correo ujcealmeria@gmail.com

Aquí podrás descargar el documento para el debate: http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/26325-iv-escuela-de-formaci%C3%B3n-de-la-juventud-comunista-de-almer%C3%ADa.html

Estos son los documentos que se tratarán  en esta escuela.

Primera sesión de formación del Círculo de Estudios Marxistas

. viernes, 20 de julio de 2012
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El próximo domingo 12 de agosto, a las 18:00, se desarrollará la primera sesión de formación del Círculo de Estudios Marxistas, en la sede de USTEA (C/ Jorge Guillen, nº 1-bajo, junto a la calle Manuel Azaña.

Se debatirá El Estado y la Revolución de Lenin, así como el texto El mito de la democracia:
una interpretación marxista de la dictadura y la democracia.

Hay que acudir con los textos preparados para un adecuado seguimiento y participación de los debates.

Enlaces a textos:

El Estado y la Revolución: http://www.marx2mao.com/M2M(SP)/Lenin(SP)/SR17s.html

El mito de la democracia: http://odiodeclase.blogspot.com.es/2012/07/el-mito-de-la-democracia-una.html

Jornada de movilización del 19 de julio

. jueves, 19 de julio de 2012
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Octavilla, redactada para la manifestación del 19 de julio a las 20:30 en Puerta Purchena.

LA CRISIS DEL SISTEMA Y LA JUVENTUD TRABAJADORA

La actual crisis económica está poniendo al orden día los límites del capitalismo y el cómo estos actúan en nuestro día a día.
El capitalismo en su actual grado de desarrollo (fase imperialista) tiende constantemente a la proletarización y la pauperización de quienes participan en la producción ¿qué significa esto? Que el capitalismo para mantener sus períodos de expansión necesita empobrecer a la clase trabajadora, hacer descender su nivel de vida y su poder adquisitivo en un proceso al que se une la necesidad objetiva de hacer descender a más sectores sociales a la posición del obrero asalariado (los profesionales, los autónomos…) que desprovisto de los medios de producción tiene que vender su fuerza de trabajo para sobrevivir. Esta tendencia general del capital (más obreros y más pobres) la vemos en todas partes: reducciones salariales, recortes sociales, cierres masivos de pequeñas empresas… en definitiva aumento de las filas de la clase obrera y descenso de nuestro nivel de vida. Cada vez somos más los obreros asalariados en el estado español y en el Mundo.
Las crisis del capital se producen generalmente como crisis de sobreproducción. Es decir, el capital para mantener sus ganancias y la extracción de plusvalía a los trabajadores necesita producir más y más hasta llegar a un punto en que el mercado no puede absorber todo lo que se produce. Los bancos mantienen esa producción ya que financian la compra de más productos haciendo aumentar el consumo (el mejor ejemplo es el mercado de la vivienda). Pero en el fondo están preparando las condiciones para que las consecuencias de la crisis, cuando estalle, sean más graves. Cuando ya es imposible dar salida a los productos estos se estancan y el capital financiero “desaparece”, los bancos no dan créditos ni hipotecas y el obrero obligado a consumir para mantener su puesto de trabajo es tildado como un “vividor” que estuvo por “encima de sus posibilidades”. La prensa convierte las crisis cíclicas de la producción capitalista en un problema individual y moral del trabajador “poco ahorrador” o del capitalista que invirtió mal.
Cuando las crisis estallan el capital necesita destruir fuerzas productivas, tanto mano de obra (despidos masivos) como empresas (cierres) para así dar salida a lo sobreproducido e iniciar otro ciclo de crecimiento y beneficio, esto es, reactivar el proceso de acumulación de capitales que necesariamente acabará en una nueva crisis. Es la constante de las crisis cíclicas del capitalismo.
En esta operación, los burgueses se ven obligados a cantar por la defensa de la libertad mundial, la patria amenazada, la civilización en peligro… para inventarse las guerras de rapiña. Invaden países donde exterminan a importantes segmentos de la población, destruyen sus fábricas y sus infraestructuras y así conquistan un nuevo mercado hacia el que exportar, para poder iniciar acumulación de capital. Hace un año la UE y EEUU decidieron bombardear Libia asesinando a cerca de 100.000 personas. Hoy las bombas sobre Siria hacen sonar los tambores de una guerra a gran escala contra Irán, donde morirán cientos de miles de obreros por las necesidades de un imperialismo en crisis que necesita guerra para poder invertir en industria militar, de equipamientos, construcción…

Y todo esto tiene su proyección política. Las crisis económicas hacen que el capital se reconfigure. El Estado es un órgano de opresión de la clase dominante, pero en su gestión también cristalizan las relaciones entre las clases que se benefician del sistema capitalista: la oligarquía financiera, la burguesía industrial, la pequeña burguesía, la aristocracia obrera… Y vemos como aprovechando el ataque al conjunto de la clase obrera, los sectores financieros e industriales aprovechan para atacar a los sindicatos mayoritarios (representantes de la aristocracia obrera) quitándoles poder dentro de la democracia capitalista al minimizar la fuerza de los convenios colectivos, reconfigurando las Cajas de Ahorro, etc. Esto que se lleva de forma democrática entre estas clases en el poder a través de debates parlamentarios, negociaciones, huelgas pacíficas, manifestaciones semi-festivas… incide de forma dictatorial sobre la clase obrera, pues ocurre que en las disputas entre la burguesía quien sirve siempre como carne de cañón es la clase obrera. Y así mientras CCOO, UGT, el PSOE, el PP, la CEOE… llevan cuatro años con la paz social en la boca, el proletariado sufre la violencia estructural de la dictadura parlamentaria con más de 1 millón de familias sin ningún tipo de ingreso, con más de 5 millones de obreros parados, con cientos de miles de migrantes españoles o extranjeros obligados a marcharse del país, con decenas de miles de familias que no pueden pagar la calefacción, que pasan hambre todos los días del año o que son expulsadas de su casa. Y que encima tienen que aguantar los insultos de la patronal y de los pesebreros de las tertulias de radio y TV.

En las metrópolis imperialistas los recortes de libertad se presentan irónicamente como salvación de la misma. Nuestra sociedad es desde hace tiempo un gran cuartel militar reaccionario donde se coartan los derechos a la vez que se constituyen ficheros ideológicos de la población, se convierte al ciudadano en un delator y confidente del Estado. La policía toma las calles y hace de cada acto político una persecución contra los sometidos por el régimen burgués. En tiempos de bonanza la persecución política se asume como defensa de la sociedad por parte del Estado frente a los radicales: antifascistas, okupas, abertzales, comunistas… en tiempos de crisis todos los trabajadores somos el enemigo, con independencia de nuestro nivel ideológico y organizativo, aunque la burguesía siempre tiende a descabezar a la clase persiguiendo a los más conscientes y mejor organizados, precisamente a los que tilda de radicales.
El gran capital interviene a los países con deudas. Antes se financiaban golpes militares en América y se aplaudía el genocidio de los campesinos y sus guerrillas. Hoy la “troika” impone gobiernos tecnócratas en Italia y dicta la subida del gasto militar a Grecia a la vez que le obliga a dejar en la calle a cientos de miles de trabajadores públicos. Panorama que en breve llegará al estado español.

Ante este duro paisaje la burguesía recrudece su ofensiva ideológica justificando toda operación contra la clase obrera: recortes en educación, despidos en masa, guerras en Oriente Próximo, cacerías policiales de inmigrantes “sin papeles” en Madrid o Barcelona, etc. Se busca crear la conciencia de que no hay salida posible, de que este es el único camino que la sociedad puede andar, el que pasa porque los trabajadores sigamos subordinados a los intereses de capital. Pero ¿es esto cierto? ¡No!
El régimen capitalista se sustenta sobre nuestras manos de donde salen las riquezas que sirven a los burgueses para comprar a los mercenarios de la pluma y la pistola. Es nuestro trabajo el que permite al patrón despedirnos y seguir en su gran casa con su Mercedes último modelo mientras se vanagloria de ver su bandera ondeando en Bagdad o Trípoli y a sus tropas desfilando por la Castellana.
Los trabajadores y, en especial, la juventud tenemos que organizarnos para luchar por otro modelo social, por un sistema en donde no estemos subordinados a nuestros explotadores y en donde la administración de las cosas no signifique que deba existir un Estado que cuenta con miles de burócratas, de militares, policías, etc. que solo sirven a la burguesía y cuya misión social es mantener el orden establecido.

Para nosotros esa sociedad es el Socialismo, la dictadura revolucionaria del proletariado, en donde son las clases obreras y populares las que organizan su democracia contra las clases explotadoras, para destruir las relaciones sociales que hoy nos impone la dominación capitalista con su paro, su miseria, sus guerras de rapiña, su destrucción del medio ambiente, su opresión sobre los pueblos...

Para ello necesitamos construir una organización que conecte de manera real esos intereses estratégicos con nuestra actividad diaria. Y para ello se necesita de una teoría que nos permita comprender la práctica previa de la lucha de clases, que nos ayude a analizar la rica experiencia de la Revolución Proletaria Mundial, pues la lucha no es nueva y los trabajadores llevamos ya dos siglos enfrentándonos al capital. Y si no somos los trabajadores los que construimos esa teoría sobre nuestra propia experiencia serán las clases dominantes las que utilicen a nuestros combatientes y muertos para sus propios intereses (gran ejemplo nos brinda la memoria histórica fomentada por el Estado, que trata a los obreros revolucionarios de los años 30 como a reformadores del capital y precursores de la Constitución del 78)
Solo con esa teoría, que definimos como socialismo científico, podemos elaborar un Programa Revolucionario que logre conectar realidad presente con objetivo futuro. Pues el programa revolucionario como praxis real de un movimiento político revolucionario organizado pasa necesariamente porque ese programa y ese movimiento tenga unas bases independientes con respecto a las políticas de la burguesía y nos permita mantener la cuestión de la Revolución y el Socialismo no como horizonte lejano y propagandístico, sino como realidad tangible sobre la que nos organizamos.
La construcción de ese movimiento, que es lo que concebimos como Partido Comunista, necesita de la participación activa de los sectores conscientes y combativos de la juventud trabajadora y necesita de esa teoría que nos permita actuar fuera de los cánones establecidos por la ideología dominante en todas sus formas (desde las más reaccionarias hasta las supuestamente progresistas que solo plantean reformar algunas consecuencias del capital y volver al falso bienestar del capitalismo de rostro humano). Es decir que hoy es primordial para la juventud trabajadora organizarse para resolver las tareas políticas y teóricas que tiene nuestra clase social para luego llevarlas a término enfrentándonos directamente al capitalismo y su régimen desde las estructuras sociales y organizativas, de todo tipo, que construyamos como clase revolucionaria que debe encontrar en su experiencia histórica, sintetizada en teoría revolucionaria, y en su posición objetiva en la producción capitalista, las bases para construir el Socialismo y el Comunismo destruyendo al capital.

¡DESTRUYE AL CAPITAL, CONSTRUYE COMUNISMO!

Sobre la expulsión de los colectivos de Almería y Zamora de la UJCE

. viernes, 22 de junio de 2012
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Desde unos meses para aquí la dirección de la UJCE viene preparando la expulsión de los colectivos de Almería y Zamora. El proceso se ha ido alargando en el tiempo no porque la decisión no estuviese tomada (de hecho está decidida de antemano previamente a las formalidades del Comité Central de Mayo), sino porque la dirección de la UJCE se encuentra debilitada y desorientada ante la nueva tesitura política y social y ha tenido que peregrinar por gran parte del mapa político del Estado a fin de “atar todo” antes de promocionar entre las bases el ataque contra nuestros colectivos. Esta atadura no consiste en otra cosa que la de intentar crear una especie de “cordón sanitario” contra el peligro bolchevique, buscando un cobarde “pacto de no agresión política” con camaradas de otras organizaciones para que no se genere un debate teórico y político profundo que perjudicaría al revisionismo de la UJCE, demasiado empantanada en el organicismo y en su inexorable camino hacia la derecha, palabrería a parte, y poco preparada para defender su línea oportunista y revisionista ante cualquiera que plantee el debate en términos marxistas, algo por lo que la dirección tiene que perseverar en el menudeo político entre bastidores
La decisión de expulsión que conocemos desde hace un tiempo, no nos quita el sueño a los comunistas, sin embargo hemos de realizar una serie de puntualizaciones a fin que nuestro conflicto con la dirección de la UJCE no quede en un asunto burocrático, pues como decimos este responde a cuestiones más amplias y que hallan su explicación en una dirección que se encuentra acorralada ante el viraje hacia la izquierda del Movimiento Comunista en el Estado español, que teme a unas bases que cada vez están más conectadas con problemas de índole ideológico y que, sobretodo, teme su aislamiento ante este giro que trae de la mano el crecimiento de unas organizaciones y el surgimiento de otras nuevas.    
Ante la acusación formal realizada por el Comité Central de la UJCE que nos acusa de “desviaciones fraccionalistas” no podemos por menos de reconocer que los colectivos mentados nos hemos organizado de un tiempo hacia aquí como “Fracción Roja” para luchar contra el revisionismo en el seno de la UJCE, cuestión para la cual, ante las sucesivas direcciones revisionistas que censuran todo debate[1] sólo podíamos adoptar la forma de una coordinación “clandestina”.


Cargos de culpabilidad

Reconocida nuestra organización para luchar contra el revisionismo en el seno de la UJCE, son varias las acusaciones que la dirección ha ido añadiendo en el proceso sancionador a fin de engordar la base, dentro de su ordenamiento jurídico, para nuestra expulsión. Poco nos importa lo que piensen o digan los oportunistas de toda laya que ocupan cargos de dirección o que son sus brazos de madera entre la militancia. Pero nos sentimos obligados a dar explicaciones a los militantes honestos que continúan en la UJCE, y al conjunto del Movimiento Comunista. Y también a la clase trabajadora y la juventud ante las cuales no hay que “guardar” las problemáticas del movimiento comunista sino que hay que sacarlas a la luz pues éstas forman parte de la lucha proletaria. Lo que los revisionistas esconden y ocultan o pretenden solucionar con despachos burocráticos ajenos al proletariado, los comunistas lo tratamos y clarificamos sin problema ante el conjunto de la vanguardia y de la clase, pues ello solo puede fortalecer las posiciones de la Revolución y desenmascarar las de la reforma. Por todo esto hemos de reconocer como se concretan las ambiguas acusaciones que la dirección ha estado filtrando, dicho sea de paso, más allá de lo que sus responsabilidades en la UJCE aconsejarían:

- Somos culpables de haber participado en la Escuela Unitaria de Jóvenes Comunistas coadyuvando a la lucha ideológica con otras organizaciones, mientras la dirección de la UJCE se escondía en su sectarismo. También somos culpables de haber organizado multitud de actividades, de charlas, de escuelas de formación, de debates con diversas organizaciones del movimiento comunista abriendo nuevos espacios para el debate, la lucha teórica y el encuentro.
- Somos culpables de contravenir la línea política de la UJCE por estudiar y analizar los más importantes procesos revolucionarios que se están dando en el Mundo, como el que abanderan los camaradas del PCI (M) en India con la Guerra Popular. Además somos culpables de haberla defendido públicamente siendo así consecuentes con el Internacionalismo Proletario que nos demanda la lucha por el comunismo. Algo que, no podemos negar, seguiremos realizando muy a pesar de la dirección de la UJCE de donde en su día salieron graves insultos contra los comunistas indios o los independentistas kurdos que fueron tildados de “agentes de la CIA[2].
- Somos culpables de publicar órganos teóricos, como La Línea Obrera y Espacio Rojo, los únicos que se publicaban desde dentro de la UJCE y que hacen de la formación y el estudio colectivo no algo puntual en la vida militante, sino la constante en torno a la que ha de forjarse cada cuadro comunista. Presentando en ellos estudios sobre diversos temas que nos han llevado indefectiblemente a desarrollar la lucha teórica y política por reconstituir el comunismo de cara a la lucha revolucionaria en el Estado español. En este sentido también hemos de reconocer nuestra culpa por realizar análisis sobre la reforma laboral fomentando con ello el estudio entre la militancia de base, con el objeto de formar cuadros comunistas que sepan manejarse ante las masas en el mayor número de cuestiones posibles y que no actúen como autómatas ante los mandamientos del reformismo oficial.
- Somos culpables de luchar contra el revisionismo y decir abiertamente que el sindicalismo es reformismo y que las organizaciones tras de las que van los oportunistas en cada manifestación no son más que las organizaciones de la aristocracia obrera y que por su contenido de clase defienden intereses contrapuestos a los de las masas proletarias. Hecho por el cual aunque sean atacados hoy por el gran capital sus intereses de clase se siguen identificando con el pacto social que les brindaba el imperialismo y no con la Revolución Socialista, algo que ocurre tanto por ese carácter de clase ligado a los opresores como por la inexistencia de un verdadero y firme referente revolucionario.
- También recae la culpabilidad sobre nuestros huesos porque nos hemos posicionado de manera decidida en contra del cretinismo parlamentario y de todas aquellas prácticas que en las instituciones no son más que el reflejo político de las luchas económicas y que solo hacen que mantener los prejuicios parlamentarios entre sectores de la clase obrera que se ven engañados por quienes dicen representarlos.
- Somos culpables por haber defendido el comunismo científico frente a las desviaciones revisionistas que pretenden cambiar conceptos para cambiar contenidos. Y la mejor muestra de esto la encontramos en nuestras sucesivas controversias en torno al concepto de dictadura revolucionaria del proletariado. Para el revisionismo este es un concepto del pasado que ha de ser cambiado por la última moda que exponga la intelectualidad burguesa en sus escaparates y pueda adornar alguna campaña electoral. Para nosotros sigue siendo el modo más correcto de definir al Socialismo como etapa previa al Comunismo en la que el estado proletario, el estado de nuevo tipo será la democracia de las hondas masas proletarias y la dictadura contra las viejas clases dominantes. Pero las soflamas contra la dictadura del proletariado que hemos visto en cada Congreso, en cada Conferencia, en cada reunión; son tan viejas como la lucha de clases entre proletarios y burgueses. Y aquí los opositores del comunismo no aportan nada nuevo, aunque lo crean así, y no son más que una burda copia de los renegados de cualquier época: Bernstein, Kautsky, Jruschev, Carrillo, etc. y que están tan acostumbrados a tratar con la aristocracia obrera y a pulular por las instituciones del capital que temen como a la peste los resultados de la lucha de clases del proletariado.

Las  vías “políticas” de resolución

      En cuanto a las vías de resolución del conflicto tomadas por la dirección, más que “vías políticas” habría que decir vías administrativas. Cuanto más hemos incidido en el estudio del marxismo más hemos comprendido las contradicciones antagónicas entre el comunismo y la práctica de la UJCE. Todo requerimiento por esta vía, por el debate ideológico, ha sido censurado.
A inicios de 2011 el colectivo de Zamora mantuvo una reunión a petición de la dirección central con el Secretario General de la UJCE y con los secretarios político y de organización de Castilla y León. Los miembros de la dirección se presentaron en Zamora sin ningún orden del día, a pesar de ser ellos quienes promovieron tal reunión[3]. El colectivo de Zamora presentó un análisis sobre su situación que se remontaba a 2009 y esclarecía temas como el de la “Carta a la militancia de la UJCE y al conjunto de organizaciones comunistas del Estado español” que se publicó en marzo de 2010, previa al XI Congreso de la UJCE. El análisis de la citada reunión se centró en una autocrítica del colectivo y una crítica del conjunto de la Unión. Zamora marcó que se había centrado en el estudio y la formación ideológica en detrimento de otras labores, desligándose para ello de lo mandatado por los órganos pertinentes, y que esto era porque la UJCE carecía de plan formativo y la ideología comunista no se tenía en cuenta a la hora de abordar la práctica política. Zamora presentó un modelo de formación “urgente” basado en el estudio colectivo de los clásicos del comunismo ante las importantes carencias teóricas de la militancia. La dirección “tomó en consideración” la crítica y acabada la reunión la Secretaría General se dedicó a propagar la idea entre los militantes de base del Estado de que Zamora había hecho autocrítica por sus “desviaciones teoricistas”, las cuales, por otra parte, nunca se han especificado al colectivo de Zamora, si dejamos de lado los adjetivos carentes de contenido político a que nos tienen acostumbrados aquellos que hacen apología de ignorar todo lo que no saben.
A partir de ahí, en diciembre de 2011, una propuesta para ser cooptados al Comité de Dirección Regional, para cubrir un puesto con el fin de “limar diferencias”,  resume el cómo se concibe la resolución de los problemas ideológicos y políticos: a través de la conciliación burocrática.       
En el caso de Almería, la dirección de la UJCE, la secretaría general, ha mantenido contactos desde principios de año a raíz de la participación de los camaradas en la Escuela Unitaria en Madrid. Fueron muchos los militantes de la UJCE que acudieron a las ponencias de la Escuela, mas fueron los camaradas almeriense quienes realizaron una ponencia como Juventud Comunista de Almería. Este hecho puso en guardia a la dirección, que mientras tenía lugar este primer encuentro juvenil, se dedicaba a certificar que mantiene las siglas históricas de la Juventud Comunista en el estado español, pero no tiene ninguna intención de darles contenido revolucionario a las mismas. Se puso a los camaradas participantes a expensas del “Comité de Garantías y Control” en medio de todo un conjunto de enrevesadas propuestas de la secretaría general para finiquitar el conflicto: desde una carta de autocrítica[4] hasta una salida voluntaria de la UJCE para evitar el mal trago de la expulsión intentando así “salir todos ganando”. Maneras de politiqueo burgués, juego de oportunistas al que los camaradas de Almería no entraron, pues como venimos señalando es el debate ideológico y político el único marco en que se pueden abordar los problemas del movimiento comunista y no en la conciliación burocrática. Porque a fin de cuentas la “salida voluntaria” habría sido ocultar la bancarrota de la dirección de la UJCE que se haya ante la disyuntiva de abrazar completamente el oportunismo dejando a un lado su parafernalia “roja” o, por otro lado, (y como está sucediendo) dedicarse a añadir la palabra socialismo en algunos de sus escritos y consignas a fin de “endurecer” las apariencias para alargar un poco más en el tiempo el proceso de desenmascaramiento a que están siendo llevados por parte de las bases de la organización y de parte del movimiento revolucionario.
Tras esto, la dirección central comunica al colectivo de Almería que pasaría a disposición de la Comisión de Garantías y Control cerrando lo que la dirección de la UJCE llama “vías políticas”.   
Pero estos modos de confundir la política con la burocracia, no son exclusividad de la relación del Comité Central para con los subversivos militantes de Almería y Zamora. Cualquiera que se haya interesado por la no asistencia de la UJCE a la Escuela Unitaria de Madrid, en 2011, ha podido comprobar como la dirección se ha plegado a cualquier debate teórico o político intentando esquivar las preguntas, que solo pueden ser respondidas por el sectarismo y por la confusión política de esta dirección, remitiéndose a “fallos de comunicación” entre los organizadores y la UJCE.

A cuenta del fraccionalismo

Es importante la cuestión del fraccionalismo pues la ignorancia, convertida en dogma por el revisionismo, puede llevar a tildar a nuestra fracción de “trotskista”, cuando nada más lejos de la realidad.
Las fracciones, las corrientes internas en el partido son censuradas en Rusia en el X Congreso Extraordinario del PC (b) en medio de los sucesos contrarrevolucionarios de Cronstadt que anunciaban las dificultades futuras que el país soviético iba a atravesar en forma de lucha de clases al implementar la dictadura revolucionaria del proletariado: En el terreno ideológico defendiendo el sostenimiento de la justa línea de socialismo en un solo país frente a la “revolución permanente” trotskista o las tesis derechistas de Bujarin. En el terreno político emprendiendo la transformación del campo abriendo la guerra contra la clase kulak.
Hasta aquel momento siempre existieron fracciones, es decir, corrientes más o menos organizadas en el seno del partido, primero en el socialdemócrata donde los bolcheviques (los “mayoritarios” durante el II Congreso del POSDR) eran tan solo una fracción (de hecho su “mayoría” se vería truncada poco después). Y posteriormente en el bolchevismo la lucha de dos líneas va a ser constante siendo crucial los momentos de combate entre leninismo y trotskismo que en un país donde la guerra civil está latente, al elevar la Revolución Socialista las contradicciones sociales a su máximo apogeo, se acabarían sancionando por medio de las armas.
Pero siendo justos con la historia política de la clase proletaria no es por esta situación por la que “fracción” se identifica con trotskismo. Esta correlación viene definida por las tesis en torno al partido obrero que formulase el ucranio y que chocan frontalmente con las tesis leninistas de organización, las cuales desconoce la dirección de la UJCE o, al menos, ha de reconocer, jamás ha puesto en práctica, salvo que quiera suscitar la risa entre los sectores organizados de la clase obrera que están en contacto con la experiencia bolchevique.
Para Lenin el partido obrero de nuevo tipo es la unidad entre los principios incólumes de la teoría comunista con el movimiento de masas. Esto no significa que quien se arroga el nombre de vanguardia vaya corriendo tras de todo tipo de movimiento espontáneo para que las masas le permitan repartir su panfleto y, si cabe, introducir alguna consigna que, por fuerza, solo podrá ser reformista. La unión entre teoría y práctica, entre vanguardia y masas requiere de una relación entre ambas de tal modo que la acción de este movimiento político organizado permita superar las condiciones en que se encuentran las masas, es decir, permita al proletariado ejecutar su programa revolucionario a través de sus propias instituciones y organismos, los cuales deben ser un producto consciente del partido revolucionario, como núcleo desde el cual se proyectan concéntricamente los instrumentos de la revolución, implicando a unas masas que difieren tanto en lo cualitativo como en lo cuantitativo.
Y esta unidad que en lo político significa plasmación del Programa Revolucionario, es decir, conquista de la dictadura revolucionaria del proletariado, sea en un barrio, en un pueblo o en un país; en lo organizativo se concreta mediante la concepción del partido como una suma de organizaciones de todo tipo que es desde donde la vanguardia ejecuta, con las masas, la revolucionarización de las condiciones de vida de la clase obrera. Y todo ello detalladamente estructurado por el núcleo dirigente de la Revolución y regido por el más escrupuloso centralismo democrático.
En el otro extremo anida la concepción de Trotski, que sigue las viejas concepciones socialdemócratas en torno al partido obrero. Para Trotski la vanguardia, como destacamento que conoce el marxismo, debe involucrarse en el movimiento espontáneo de las masas y a través de éste ganarse sus simpatías. En definitiva crear “conciencia revolucionaria” desde las luchas reformistas y parciales de la clase obrera, desatendiendo la creación independiente de los distintos organismos de que se valdrá el comunismo para ganar, desde el punto de vista revolucionario, a las masas. En este sentido, Trotski limita al partido revolucionario a ser una FRACCIÓN del movimiento obrero  de masas que se va amoldando a la situación concreta de los movimientos de masas para insertar su mensaje. Por ello en los años treinta llegó a pedir a sus seguidores, o a los que él entendía como tales, que se uniesen a los partidos socialdemócratas para hacerles dar un vuelco en su política. Es decir, que se integrasen en un amplio movimiento de masas, ya encuadradas y reformistas, para dar un golpe de mano y guiarlo hacia “otro tipo” de reivindicaciones. En definitiva reformar un organismo social que se ha construido desde unas bases distintas a las de la revolución proletaria tomando las luchas espontáneas de las masas como principal elemento sobre el que debía incidir una “vanguardia” que no había creado las condiciones políticas para movilizar masas con el Programa de la Revolución.
Esta estrategia “trotskista” de construcción política, pegada a las luchas económicas, es a fin de cuentas la del entrismo sobre el que intentó crear el PCE de Carrillo su movimiento de masas a través de las Comisiones Obreras y la que hoy día aun sostiene la dirección de la UJCE aunque con patéticos resultados, salvo que nuestros ya exdirigentes quieran apuntarse como suyo el tanto de la Huelga General convocada por la vanguardia de la aristocracia obrera en marzo. Y es también la excusa sobre la que se protege la dirección de la UJCE para defender el mantenimiento de la Unión en ese entramado que gestiona (y por tanto ejerce) la dictadura del capital. Ya que el “proyecto estratégico” sigue siendo presentado como un frente a través del cual los “marxistas-leninistas” pueden desarrollar la lucha por el socialismo. Patraña a la que últimamente se ha unido la de tildar, al menos de puertas para dentro, a la organización de los Cayo Lara, Llamazares, Garzón etc. como un “movimiento político de nuevo tipo” en ese empeño que tiene el revisionismo por impregnar algo de “revolucionario”, aunque sea fraseología hueca, a sus viejos esquemas.  

Un debate que no debemos cerrar

Sentado esto y cuando el revisionismo nos pretende dar lecciones sobre “organización leninista” llamamos a la militancia de base a que estudie por sí misma la concepción leninista del partido obrero. Porque el revisionismo se centra en el aspecto organizativo (el cual deforma al observarlo unilateralmente) y se olvida por completo de todo lo que es condición necesaria para poder hablar de centralismo democrático. Porque la dirección de la UJCE se llena la boca con el “leninismo” hablando de la defensa de los estatutos de la Unión para, a continuación, en el terreno de la ideología y la política,  meter una mano entre toda la literatura revisionista “del siglo XXI” que “demuestra” lo “obsoleto” de las teorías políticas de Lenin y la otra en el cesto de las subvenciones estatales vía “proyecto estratégico”.
Algo que se traduce finalmente, tras tantos años de parasitismo ideológico, en una completa falta de formación y en una sonrojante descontextualización de todo debate histórico, que convierte cualquier referencia a la experiencia de la Revolución Proletaria Mundial, en forma de cita, de estos dirigentes oportunistas, en un ejercicio de mal gusto que valida para representar folclore político, pero desautoriza para emprender cualquier empresa política proletaria medianamente seria.
Los colectivos comunistas de Almería y Zamora ya no formamos parte de la UJCE sin embargo seguiremos realizando nuestra lucha contra el oportunismo y el revisionismo que son los principales enemigos que hoy tiene enfrente la clase proletaria. Comprendemos que para alcanzar la unidad comunista es necesaria la escisión con el oportunismo, es imprescindible romper con la teoría y la práctica revisionista. Sin todo ello es imposible pensar en la unidad revolucionaria del proletariado en un movimiento revolucionario organizado.

Acabamos este comunicado en el que hemos querido repasar nuestro proceso de expulsión  instando a los militantes honestos de la UJCE a la sistematización del debate y a la organización. Los revisionistas que nos han expulsado de la UJCE son precisamente los que más daño hacen a la organización pues lejos de promover la formación de cuadros comunistas en las problemáticas de nuestro tiempo, insertadas en la lucha por reconstituir al movimiento comunista como el movimiento revolucionario de la clase obrera, se limitan a guiar a la juventud hacia las posiciones del reformismo que significa, en definitiva, renegar de la lucha revolucionaria y plegarse ante intereses de clase ajenos a los del proletariado.

“¡La unidad es una gran cosa y una gran consigna! Pero la causa obrera necesita de la unidad de los marxistas, y no la unidad de los marxistas con los enemigos y los falseadores del marxismo”

V.I. Lenin

Juventud Comunista de Almería
Juventud Comunista de Zamora
A 22 de Junio de 2012
Estado español



[1] Hasta tal punto llega la histeria revisionista por aplacar cualquier debate de calado, que no le importa realizar todo tipo de maniobras burocráticas, por absurdas que sean. Un ejemplo: durante el último Congreso de la UJCE, en abril de 2010, llegaron al Congreso dos enmiendas sobre IU, de la organización de Castilla y León, que reclamaban que la UJCE se fuese de la coordinadora por ser, su práctica, incompatible con la defensa de los intereses revolucionarios de la clase obrera. Si ya la delegación del CC en la Conferencia de Castilla y León se partió el pecho contra dichas enmiendas remitiéndose al PCE… durante el proceso congresual el debate en torno a IU, se cambió de orden (cosa que no pasó con ningún otro) hasta en tres ocasiones en las que se pasó el debate de una Comisión a otra, mareando la perdiz, hasta que al fin, en la madrugada del domingo se pudo debatir sobre IU. Eso sí, los tiempos se limitaron para la defensa de las enmiendas (no para la Mesa) y se eliminó el derecho a réplica contra la Mesa (algo que no ocurrió con otros debates) defensora de la línea oficial. A pesar del centralismo burocrático, algo más de un 20% de los delegados votó por esas enmiendas.
[2] Cualquiera que asistiese a la última sesión del XI Congreso de la UJCE, cuando las dos Comisiones que se crearon volvieron a unirse para solventar las últimas enmiendas, pudo ser testigo de la bravuconada en cuestión, protagonizada por el que fuera responsable de relaciones internacionales de la UJCE, que para negar cualquier análisis, debate o ejercicio de solidaridad en torno a estos procesos no dudó un solo instante en utilizar la mentira, el insulto y la provocación.  
[3] Concretando un poco más, esta reunión era el inicio de la “ronda de contactos” de la dirección central con los colectivos locales. El Secretario Gral fue acompañado a Zamora de una especie de test o formulario que la militancia debía conocer con tiempo de sobra para responder, tal y como se comentó. No obstante la “rapidez” de la reunión imposibilitó a nuestro exdirigente enviarlas con antelación. 
[4] Nos vemos obligados a hacer aquí un receso. Para la dirección de la UJCE la “autocrítica” no consiste en lo que todo marxista debe entender como tal: en analizar la actuación propia dentro del conjunto de circunstancias en que uno se desenvuelve sacando las conclusiones pertinentes, sean “positivas” o “negativas”, de tal modo que la síntesis sobre esa actuación permita mejorar las actuaciones siguientes. Algo que en este caso significaba reconocer el sectarismo de la UJCE y todos los esfuerzos que la dirección puso en minimizar el encuentro de diciembre, así como sacar a relucir los límites de la línea de construcción política de la UJCE. Para la dirección de la UJCE la “autocrítica” de los colectivos ha de limitarse a dar salves a sus dirigentes y reconocer los pecados cometidos.

Por los derechos de la mujer trabajadora

. viernes, 9 de marzo de 2012
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Llegamos a este 8 de marzo en un contexto de crisis económica que pone en jaque los derechos de las mujeres. La celebración de este día no debe ser entendida como un acto de celebración propiamente dicho, sino que debe ser entendida como una jornada en la que todo el mundo debe reivindicar unos derechos que, a día de hoy, se encuentran en el corredor de la muerte. Y digo que todo el mundo debe hacerlo, puesto que no debemos caer en el error de sobreentender que es solo papel exclusivo de la mujer el defender sus propios derechos, sino que debemos verlo como parte principal de la lucha de los derechos del conjunto de la clase trabajadora a la que pertenecen, y por ello, el apoyo a esa lucha no debe distinguir de géneros.

Es ya sabido que el contexto de crisis del capital en el que nos encontramos, ha arrasado con la inmensa mayoría de la clase trabajadora pero, en concreto, la situación de la mujer y sus derechos por la igualdad, están siendo especialmente afectados. Esta afirmación la basamos en las distintas actuaciones que el actual gobierno capitalista del PP está llevando a cabo. En primer lugar, la nueva Reforma Laboral que fue aprobada el pasado día 10 de febrero, representa un grave impacto para la clase trabajadora puesto que perjudica la negociación colectiva y la regulación de las relaciones laborales. Así, la Reforma, afectaría a convenios logrados anteriormente en derechos de conciliación de la vida personal con la vida profesional, y por ello, este hecho perjudica seriamente al género femenino, porque aunque no nos guste reconocerlo, aun la mujer sigue siendo la principal encargada del trabajo doméstico. Además, dicha Reforma Laboral, fomenta la ejecución de horas extras en los tipos de contratos a tiempo parcial, lo que supone precarizar aun más si cabe la realidad laboral de las mujeres, puesto que el mayor porcentaje de personas que poseen estos tipos de contratos son, precisamente, ellas, y en concreto, ese porcentaje es del 77%. Por otra parte, quedan suspendidas las bonificaciones para la reincorporación de mujeres tras la baja por maternidad o excedencia, lo que supone también una exclusión del mundo laboral en toda regla.

En segundo lugar, cabe destacar la propuesta de modificación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Se trata de un paso atrás en el derecho de la mujer a su libre poder de elección, el libre control de su cuerpo y de su sexualidad.

En un tercer lugar, conociendo las alarmantes cifras de víctimas por violencia de género y sabiendo los recientes datos sobre la brecha que diferencia el salario de mujeres frente al de hombres, brecha que en España es del 16%, es nuestro deber denunciar la política de recortes que este gobierno capitalista está realizando sobre las diversas áreas de la mujer destinadas a la igualdad de género que, si ya antes representaba una asignación insignificante de los presupuestos, puesto que ésta rozaba escasamente el 1% del total, ahora esos recortes han sido disminuidos hasta un 45% en provincias como Málaga, mientras que en Almería, la segunda provincia española con la cifra más alta en víctimas por violencia de género, la disminución ha sido del 16%.
Estas son algunas de las evidencias del supuesto estado de igualdad del que también el gobierno anterior venía presumiendo, pero la realidad demuestra que esa igualdad era ficticia, y que los logros no son más que eso, pura ficción para el capitalismo. Por tanto, no nos engañemos. Confiar en reformas dentro de este sistema, significa seguir confiando en la opresión sobre la mujer. Esto se debe al “matrimonio por conveniencia” existente entre el sistema capitalista y el modelo patriarcal. El modelo patriarcal responde a un esquema de relaciones sociales, las cuales, están determinadas por los modelos de producción. La necesidad de un sistema patriarcal se consolida por la propiedad privada de los medios de producción. Y, la ya existente división sexual del trabajo, define a los varones como propietarios de dichos medios. El modelo de dominación patriarcal, pretende restringir la libertad sexual de la mujer, para ello, asegurar una línea hereditaria que permita la descendencia varonil y la herencia de dicha propiedad privada. Por ello, el matrimonio entre hombre y mujer, para el sistema patriarcal, simplemente significa la limitación de la sexualidad de la mujer a la exclusividad de su marido. Además, al quedar el hombre en dominación de los medios de producción, también se queda encargado de controlar la economía del conjunto de la sociedad, hecho por el cual, a lo largo de la historia, se ha venido limitando el acceso de la mujer al control de la economía.

Desde el siglo XVIII, ha sido papel fundamental de la lucha de diversas olas y corrientes feministas el poner en entredicho ese modelo patriarcal, denunciar sus injusticias para la mujer y reivindicar la igualdad de género. Debemos reconocer que esa lucha ha ocasionado pequeños logros en concesión de derechos a la mujer, pero logros incompletos, que sólo han servido para apaciguar a dichos movimientos y concederle terreno a un sistema capitalista que sólo entiende la explotación del hombre por el hombre o, en este caso, quizás esté mejor dicho, el de la mujer por la mujer. Además, a día de hoy, el sistema capitalista, sigue poniendo de manifiesto su represión a la mujer en hechos como la violencia de género, la prostitución, su falta de independencia económica, la división sexual de los trabajos, la precariedad laboral de la mujer, o en la transmisión de valores patriarcales a través del control de la educación o de los medios de comunicación.

Por ello, las y los comunistas debemos ver claramente la existencia de ese matrimonio por conveniencia que constituyen el modelo patriarcal con el sistema capitalista y que la lucha contra uno debe estar unida obligatoriamente, con la lucha hacia el otro. Así, la lucha por la igualdad de la mujer, debe ligarse a la lucha de clase, siendo la libertad e igualdad de la mujer, el eje y la fuerza central de la lucha de la clase trabajadora. Esto quiere decir, que el feminismo debe empapar todas nuestras fuerzas, formando parte del primer nivel de acción en esa lucha de la clase trabajadora. El apoyo a las reformas dentro del sistema si bien, tácticamente, pueden tener efecto, estratégicamente, significará al retorno de nuestras manos vacías, por ello:

¡SUMEMOS NUESTRA CONSCIENCIA A LA LUCHA CONTRA EL CAPITALISMO! ¡POR EL SOCIALISMO!

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