Nueva web por la reconstitución del comunismo

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¡Desarrollemos la línea proletaria! ¡Viva la Revolución Socialista!

II sesión del EMA

. jueves, 10 de julio de 2014
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Les invitamos a asistir a la II sesión del EMA (Escuela Marxista de Almería).

El EMA consiste en una serie de sesiones periódicas que se realizan de forma abierta, es decir, cualquier persona puede asistir a las mismas. En estas sesiones se debaten y comentan textos clásicos marxistas, como una forma de exponer las concepciones e ideas propias en conjunto y de llegar, mediante el debate, a un punto cualitativamente más elevado.

En cuanto a la metodología, esta cambia respecto a la de la I sesión: se realizarán grupos reducidos de tal modo que todos los asistentes tengan que participar y expresarse ampliamente. Luego, un portavoz de cada grupo formulará las conclusiones a las que ha llegado dicho grupo al resto de los asistentes. Finalmente, se hará el debate entre todos los presentes.

Esta II sesión del EMA supondrá la continuación del ¿Qué Hacer? (V. Lenin) en la que se debatirá la II parte del libro, que engloba los capítulos 4 y 5. Tendrá lugar el próximo día 20 de Julio a las 16:00 h en la sede de USTEA Almería, C/ Gustavo Villapalos S/N, junto a los aparcamientos del Carrefour.

Les esperamos.


La revolución burguesa y el paradigma de la revolución proletaria

. domingo, 15 de junio de 2014
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El texto que se presenta sirvió de base para la charla-debate “La revolución burguesa y el paradigma de la revolución proletaria”, organizada por la Juventud Comunista de Almería y la Juventud Comunista de Zamora durante el pasado mes de abril. Esta charla, y el posterior debate que tuvo lugar, hicieron las veces de cierre de unas jornadas más amplias en las cuales, entre otras cuestiones, se realizó un taller de estudios sobre la Comuna de París, del cual este texto es también expresión de algunas de las conclusiones. Desde la JCA y la JCZ aprovechamos la ocasión para saludar a los y las camaradas y simpatizantes que colaboraron y participaron en el desarrollo de esas jornadas, ya que encuentros como éste son de vital importancia para el desarrollo del trabajo político de la clase obrera organizada.



Para leer el documento "LA REVOLUCIÓN BURGUESA Y EL PARADIGMA DE LA REVOLUCIÓN PROLETARIA" seguir el enlace: 

(JCA/JCZ) Primero de Mayo, clase obrera y Revolución

. viernes, 2 de mayo de 2014
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Hoy, celebrando el Día Internacional de los Trabajadores, recordamos los sucesos de mayo de 1886 en la ciudad estadounidense de Chicago, en donde unos trabajadores fueron condenados a muerte y ejecutados en el contexto de una serie de luchas obreras, cuyo nexo era la reivindicación de la jornada laboral de 8 horas. Aquellos hechos impactaron al movimiento obrero internacional que tomó entonces el Primero de Mayo como un día marcado no sólo como recordatorio de los mártires de nuestra clase, sino también como un día de lucha. De hecho la jornada de 8 horas, si bien nunca ha llegado a materializarse por completo en los Estados capitalistas, hubo de ser adoptada formalmente por la clase dominante en muchos países para frenar el empuje del movimiento obrero y revolucionario. 
La juventud trabajadora tiene en nuestro tiempo la necesidad de estudiar, analizar y comprender no sólo los acontecimientos puntuales, sino la historia de la lucha de clases en su conjunto para que ésta pueda servirnos como referente en las tareas inmediatas que ha de enfrentar en la actualidad el movimiento revolucionario y para evitar que fechas como la de hoy sean vaciadas de contenido por los enemigos de nuestra clase y utilizadas para apuntalar aquello contra lo que los obreros de Chicago se levantaron hace más de un siglo. Por ello, aunque sea brevemente, nos parece importante repasar, precisamente hoy, el desarrollo político de la clase obrera.

La formación de la clase obrera

El proletariado se formó como clase social a lo largo del siglo XIX: el desarrollo del mercantilismo capitalista, el acceso de la burguesía al Poder, la creación y rápida extensión de la gran industria, la migración en masa del campesinado a la ciudad y el empobrecimiento del viejo artesanado abrieron el paso a una nueva clase, que no tenía, y no tiene, más remedio que vender su fuerza de trabajo para subsistir, en tanto los medios de producción están en manos de la clase capitalista. Las deplorables condiciones de vida de aquellas capas populares hacinadas en las periferias de las ciudades, donde generaciones enteras morían una tras otra de inanición, sin derechos políticos ni sociales, impusieron a éstas la necesidad de asociarse y organizarse en torno a sus condiciones económicas y sociales más inmediatas (salariales, de salubridad en el trabajo). En este contexto de asociación en torno a luchas económicas, a lo que se une la influencia política de la democracia radical, se forja la clase obrera que toma la conciencia en sí que se expresa en el surgir del movimiento obrero. El desarrollo de éste y la experiencia de la clase obrera al participar en las insurrecciones y crisis revolucionarias que se darán en Europa a lo largo de aquel siglo (es significativo el año 1848) politizarán y dotarán de conciencia a cada vez más capas de la clase obrera, cuya cohesión definitiva como clase social vendrá determinada no sólo por su posición económica con respecto a los medios de producción, sino por su toma de conciencia política, aun dentro de los parámetros establecidos, como sujeto social con unos intereses particulares frente al resto de clases sociales.
En la segunda mitad del siglo XIX tenemos ya a un amplio movimiento obrero que se está organizando internacionalmente mediante la acción sindical, que a su vez va recogiendo las enseñanzas de su actividad política. El mejor ejemplo de ello es la creación, en 1864, de la I Internacional, la Asociación Internacional del Trabajo (AIT). El proletariado seguirá adquiriendo experiencia en la lucha de clases y, a la vez que, ya en ese último tercio de siglo, crea los grandes partidos obreros de masas, los partidos socialdemócratas de la II Internacional, aprende (con la mentada revolución de 1848 y con la Comuna de París, 1871) que para alcanzar sus intereses políticos no puede utilizar el Estado erigido por la clase capitalista (cuyos intereses son diametralmente opuestos a los de los trabajadores), sino que éste ha de ser destruidos mediante la imposición de la dictadura revolucionaria del proletariado, la democracia más amplia que puede existir en tanto deja todo el poder en manos de la mayoría de la sociedad y crea las condiciones para socializar los medios de producción y acabar con las clases sociales.

La clase obrera y la revolución

Sin embargo aquellos partidos socialdemócratas no serían más que la extensión y consolidación de un tipo de organización que se identificaba con el período de formación de la clase obrera. Estos partidos ayudaron a politizar a la clase e incluso expandieron el marxismo como visión del Mundo de los oprimidos. Pero actuaban desde los viejos métodos, luchando por reformas y planteando que éstas debían ser implementadas por la propia clase obrera desde el Estado burgués.
 Al agotamiento político de ese tipo de organización se le une, en el plano económico, que el final de siglo verá como el capitalismo entra en su fase superior y se convierte en imperialismo, al repartirse todo el planeta y al convertir al capital financiero (como fusión del capital bancario e industrial) en director general de la sociedad burguesa, dividiendo el Mundo a imagen y semejanza de su propia sociedad: con unos cuantos Estados imperialistas y con una mayoría de países oprimidos. Esto es muy importante para observar la política de nuestro tiempo pues esas condiciones son las que permiten que en los países privilegiados surja una capa, dentro de la clase obrera, que se beneficia de la posición de su clase dominante en el plano internacional, y se alíe e integre en su Estado, gestionando la dictadura capitalista y aprovechando tal situación (la mejor representación de esto son hoy los sindicatos oficiales y los partidos reformistas). Esta capa se define como aristocracia obrera y sus intereses de clase cuadran perfectamente con la reforma del capital que proponía la socialdemocracia histórica y cuyas concepciones erróneas, dogmáticas y unilaterales con respecto al marxismo le dan el título de revisionista.
En este contexto, ya a inicios del siglo XX, surgirá el movimiento comunista. En Rusia se da una enorme lucha ideológica y política entre las distintas tendencias dentro de la vanguardia obrera, siendo la más solícita la que divide al partido socialdemócrata en mencheviques y bolcheviques. Los primeros identificaban las tareas de la revolución rusa de forma mecánica, en base a los postulados reformistas de la II Internacional. Los bolcheviques por su parte, ven las limitaciones de la táctica socialdemócrata y consiguen ir más allá: recuperan la tesis marxista sobre la necesidad de destruir la máquina estatal burguesa y la conectan con la forma de organización política que para ello necesita el proletariado. Sobrepasan al viejo partido de reformas y constituyen el partido obrero de nuevo tipoel Partido Comunista, que es un amplio movimiento político organizado en el cual la vanguardia de la clase obrera expresa sus vínculos con el resto de la clase al hacer que tomen en sus manos el Poder y lo desarrollen desde los organismos de dictadura del proletariado, que por las condiciones concretas de Rusia tomarían forma en los Soviets. El partido proletario entonces deja de ser mero receptáculo de las demandas inmediatas de la clase obrera, para ser el sistema de organizaciones que unifican a los oprimidos con la puesta en marcha del programa revolucionario, ocupando la conciencia para sí, la conciencia revolucionaria el papel central en el desarrollo del plan político de la clase obrera, en detrimento de los postulados socialdemócratas y revisionistas que situaban la lucha por reformas, el movimiento espontáneo tal y como se expresa frente al capital, como el centro de su actividad práctica. Este desarrollo cualitativo que situó al proletariado revolucionario a la altura de sus tareas históricas dotándolo de los instrumentos de la revolución socialista (el partido comunista, la dictadura del proletariado), permitió tomar el poder a los obreros y campesinos rusos, siendo ésta la base sobre la que se constituye la Internacional Comunista y el Movimiento Comunista Internacional, en cuyo seno se desarrollarán importantes experiencias, como la Revolución en China, que permitió al proletariado mundial comprender la guerra revolucionariacomo parte integral de la construcción de su movimiento político.

La revolución, hoy

La lucha de los mártires de Chicago, a los que recordamos este día, se circunscribe en el período en que el proletariado aún se cohesionaba como clase social y en donde las reivindicaciones económicas y, derivadas de éstas, socio-políticas, ocupaban el papel central del movimiento obrero. Sin embargo el desarrollo histórico nos ha mostrado que la centralidad de nuestro movimiento ha de partir de la conciencia revolucionaria, de la constitución del Partido revolucionario como reflejo de la unión entre la vanguardia y nuestra clase en aras de la lucha por la Revolución Socialista. El período actual se caracteriza porque nuestra clase carece de sus organizaciones revolucionarias. El movimiento obrero existente, incluidas aquí la mayoría de organizaciones que se definen “comunistas”, define su línea política en base a posiciones revisionistas, esto es, hacen girar su actividad política en torno a las reivindicaciones inmediatas de nuestra clase y pretenden desarrollar la “revolución” desde el reformismo. Esto cristaliza en su énfasis exclusivista en las huelgas o en elecciones parlamentarias, práctica que no sólo no conduce a la “revolución” sino que, como estamos viendo especialmente con la actual crisis, tampoco nos sirve para defendernos de las agresiones del capital.

El mejor homenaje que se puede empuñar para continuar el legado de los obreros de ayer y para luchar hoy y en el futuro por la emancipación de los oprimidos, anida junto a las tareas de la revolución. Éstas a su vez pasan por la organización sobre la base de la síntesis de la experiencia práctica revolucionaria y mediante la lucha ideológica y política en el seno de la misma clase organizada, la vanguardia. En definitiva, la revolución no está ni en volcarse en la siguiente huelga ni en presentarse a las próximas elecciones, la revolución pasa por organizarse y luchar por la reconstitución del comunismo.

Juventud Comunista de Almería
Juventud Comunista de Zamora



Primero de Mayo 2014

CHARLA-DEBATE CRISIS Y REESTRUCTURACIÓN CAPITALISTA

. sábado, 26 de abril de 2014
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En el marco del 1º mayo, se realizará una charla con un posterior debate en torno a la crisis económica, explicada ésta desde el marxismo, para poder abordar el momento actual en el que se está produciendo una reestructuración del bloque dominante capitalista así cómo estudiar su correlación de fuerzas. 

Entender como las diferentes fracciones del capital usan a la clase obrera como arma arrojadiza en sus disputas interburguesas, es esencial para que se pueda comenzar a articular un movimiento obrero que ideológica y politicamente sea independiente a intereses que son ajenos a nuestra clase.



La charla se realizará en la sala Juan Goytisolo (puerto de Almería) el jueves 1º de mayo a las 18:00h.


Artículo de debate: "Polémica con el PTD en torno a la línea revolucionaria"

. lunes, 7 de abril de 2014
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Desde los colectivos de la Juventud Comunista de Almería y la Juventud Comunista de Zamora, continuamos el debate con el Partido del Trabajo Democrático (que a su vez replicó,  nuestro artículo "Reconstitución y movimiento juvenil. Aporte al combate ideológico". La réplica puede leerse pinchando aquí) , a fin de colaborar en el esclarecimiento ideológico y político necesario para que el movimiento comunsita se reconstituya. A este debate se unen los camaradas de "Nueva Praxis", que publican un trabajo destinado a deslindar con el revisionismo y a coadyuvar en el desarrollo de los lineamientos generales de la Revolución Socialista, y de la reconstitución del movimiento revolucionario, en el Estado español. Ambos trabajos han sido publicados en el blog REVOLUCIÓN PROLETARIA:

-(JCA/JCZ) Polémica con el PTD en torno a la línea revolucionaria

-(NP) El sacrificio del nonato. Respuesta al PTD

Publicamos a continuación nuestra introducción, junto con los camaradas de la JCA, a este nuevo aporte al combate ideológico en el seno de la vanguardia de la clase obrera.
El artículo puede además descargarse en archivo pdf desde kaosenlared.
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(POLÉMICA CON EL PTD EN TORNO A LA LÍNEA REVOLUCIONARIA. JCA/JCZ)
"En marzo del año pasado publicamos nuestro trabajo “Reconstitución y movimiento juvenil. Aporte al combate ideológico”. En aquella ocasión nos propusimos la tarea de analizar los fundamentos ideológico-políticos de las organizaciones mayoritarias en el ámbito juvenil del movimiento comunista existente, la UJCE y los CJC, con el objetivo de desarrollar la lucha ideológica en torno a sus posiciones. En aquel momento los CJC publicaron una serie de trabajos dedicados a analizar la línea de la UJCE. Ésta última despreció, en su tónica habitual, cualquier debate en torno a cuestiones de índole ideológico, llegando a advertir a propios y extraños, que la sucesión de textos dedicados a desmenuzar la línea de la UJCE eran una “provocación”. Nuestros colectivos ni mucho menos estábamos en acuerdo con los planteamientos de los CJC, así lo expusimos en el trabajo mentado, pero el mero hecho de que desde la dirección de la UJCE se diese el toque de corneta para un repliegue en el campo ideológico, limitándose a señalar cuestiones de forma, muestra lo poco que tienen que aportar a la revolución proletaria los dueños legales de las siglas históricas, que siguen empeñados en confiar su desarrollo interno al equilibrio entre las controversias políticas interrevisionistas (algo que se enmarca en la mejor de las escuelas del oportunismo: liberalismo absoluto para con las tendencias más derechistas, muro burocrático para con los sectores que se acercan al marxismo); mientras su desarrollo externo queda, en consonancia con todo el campo revisionista, al devenir espontáneo de la lucha de clases.  
Por su parte los CJC, una vez finalizaron su “ofensiva” con respecto a la línea de la UJCE, cerraron cualquier tipo de espacio en el cual debatir con el resto de la vanguardia. Ese posicionamiento, da a entender que para tal destacamento el debate ideológico sólo se concibe como una forma de crecer cuantitativamente, rasgando militancia a otros destacamentos (algo totalmente lícito que cualquier organización tiene el derecho a realizar) en coherencia tal vez sobre su auto consideración como “Estado Mayor” de la clase obrera que tanto el PCPE como su organización juvenil vienen esgrimiendo.  
En aquel debate también tocamos la línea política seguida por la antigua Unión de Jóvenes Comunistas de Madrid, cuyo núcleo formó, una vez fuera de los CJC, el Partido del Trabajo Democrático (PTD). Meses después de la publicación de nuestro trabajo, desde el PTD se nos informó sobre su propuesta de crear una “Mesa de Unidad Comunista”, en la que serían partícipes el grupo que se separó en 2013 de CJC Castilla-La Mancha y la Unión Proletaria. Entendemos que la incorporación de ambos destacamentos al proyecto del PTD (que se llevará a cabo estos días) es producto de la mentada “Mesa” si bien hasta el momento el proceso ha sido opaco para el resto de la vanguardia, lo que contrasta con la necesidad que tiene nuestro movimiento de desarrollar la lucha de dos líneas para clarificar todos los aspectos generales de la política revolucionaria y que han de ser expuestos ante el conjunto de la vanguardia y nuestra clase. Aunque esperamos que los camaradas sigan esa sana tradición de hacer públicas a la vanguardia las conclusiones a las que hayan llegado en dicho proceso. 
Ante la propuesta de participar en dicha “Mesa”, allá por septiembre de 2013, advertimos a los camaradas que lo más saludable para la vanguardia y para la clase obrera en su conjunto, antes de lanzarse a unificar destacamentos para realizar las labores sindicales que la mayoría del movimiento ya realiza separadamente, era comprender que el aspecto fundamental y el que marca a día de hoy los requisitos prácticos que ha de solventar la vanguardia comunista están en la cuestión de la ideología, auténtico cimiento de unidad partidaria; por lo que en vez de incorporarnos a la Mesa propusimos a los camaradas que respondiesen públicamente a la crítica que les realizábamos, integrada en nuestro trabajo antedicho. Algo a lo que los camaradas accedieron sin ningún problema y que se materializó en el texto que publicaron el pasado mes de diciembre, “Respuesta del PTD al documento “Reconstitución y movimiento juvenil. Aporte al combate ideológico.”, de las JJCC de Almería y Zamora, al que contestamos a continuación. 
Cabe añadir que en esta ocasión el debate viene acompañado de las aportaciones de un nuevo destacamento, Nueva Praxis, con el cual venimos discutiendo en torno al documento de los camaradas del PTD prácticamente desde su publicación. En este sentido llegamos desde la JCA y la JCZ, junto con Nova Praxis, a la conclusión de que el mejor mecanismo para enriquecer el debate y poder dar un desarrollo más amplio y profundo a la lucha de dos líneas, tanto entre nuestros destacamentos como a nivel de toda la vanguardia, era el de publicar nuestras posiciones de forma separada, las cuales son, por otra parte, bastante similares, uno de los elementos que ha propiciado que ambos documentos se publiquen de forma coordinada. (...)"

(JCA/JCZ) En torno al día de la Mujer Trabajadora

. domingo, 9 de marzo de 2014
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El 8 de Marzo y el reformismo



Estos últimos años han venido marcados por una incesante ola de medidas que se corresponden con la intención de adaptar el plano social a las nuevas necesidades económicas del bloque dominante. Si el capital evoluciona constantemente tomando nuevas formas, la base socio-política en la que se apoya también se ve removida, sucediéndose así con cada ciclo económico una nueva redefinición del régimen, modificándose las alianzas políticas de clase que se desarrollan por arriba. Para ello nuestra clase dominante materializa en reformas esa necesaria reestructuración del sistema capitalista que vemos a nivel de la Unión Europea así como a nivel estatal. En estas circunstancias la clase obrera, como poseedora de la fuerza de trabajo, soporta los cambios producidos por dichas medidas con el fin de adaptar su trabajo al nuevo estado del capital.
Con este panorama político, nos encontramos con otro nuevo día de la Mujer Trabajadoraque esta vez viene acompañado de una reforma de la Ley del Aborto. Si bien podríamos pensar que ésta forma parte de esa reestructuración económica, como hemos podido escuchar a algunos representantes de la clase dominante, más bien nos viene dado como aditivo de regalo en este pudinde ataques a los derechos conquistados por el proletariado. Objetivamente parece que su fin único esalegrar a un sector social que simboliza unos valores morales y religiosos que tuvieron un gran espacio político dentro de la historia del Estado español y que hoy en día aún en parte conservan. Desde una parte de la ultraderecha hasta algunos de nuestros demócratas ven esta medida con el mayor brillo ético en sus ojos. Sin embargo una vez más es la clase obrera la que tendrá que soportar nuevas cadenas que produce la burguesía y que bien apretada es la que guardará la tranquilidad moralista de la conciencia del sector más reaccionario de la clase dominante permitiendo a algunos de ellos la entrada a los cielos.
Junto a esta execrable reforma gubernamental, este 8 de Marzo llega además con la reciente publicación de un concienzudo estudio sobre la situación de la mujer realizado nada menos que a instancias de las denostadas instituciones del gran capital financiero europeo. Desde el feministaLobby de Mujeres Europeas, asociación burguesa que parasita las parasitarias instituciones burguesas, hasta el último parlamentario de la democracia española, todos parecen haber tomado conciencia de la situación de agravio que sufre la mujer y como grandes reformadores que son proponen una multiplicidad de normas que acaban reduciéndose a esto: campañas de educación a medio-largo plazo para cambiar las mentes de hombres y mujeres. Y mientras tanto más policías para paliar temporalmente el vendaval de una violencia sistemática contra la mujer (que no sistematizada por alguna especie de organización de varones) que la sociedad de clases hace aparecer en todos los ámbitos y cuya raíz última se encuentra en la división social del trabajo y en la familia burguesa como institución o célula de reproducción de esa división social que reproduce la opresión y la violencia social en el ámbito doméstico, no sólo entre los cónyuges y entre la descendencia.
Por supuesto, ni explotadores ni explotadoras ponen en la picota las relaciones sociales sobre las que se sostiene su régimen y en las que tiene causa la opresión de la mujer. A lo más, laboran por la igualdad de género para que hombres y mujeres participen en una lista electoral, en un consejo de administración… o vistan uniforme en un desfile militar o en alguna sala de torturas. Igualdad de género para explotar y para oprimir a mujeres y hombres de una clase más baja que la suya. Pero es lógico que los representantes oficiales de la sociedad burguesa se limiten al estricto marco democrático que el capitalismo puede ofrecer.
Al lado de estos encontramos al revisionismo y al oportunismo, aquellas correas de transmisión de la burguesía en el seno de la clase obrera. Uno de los signos característicos del oportunismo, que lo define y que lo ata al capitalismo es su indisimulada lucha reformista: a cada estrago que el capitalismo genera en su desarrollo normal y democrático entre las más amplias masas, el oportunismo se nos aparece con una sucesión de reformas, las cuales pueden tener como finalidad literaria la “revolución”, pero a la cual no tienen ninguna posibilidad de llegar, ya que la historia de la Revolución Socialista nunca ha encontrado los mecanismos sociales (por más que las ingenuas e idealistas voluntades del oportunismo lo repitan) que liguen un proceso de reformas del Estado burgués con la construcción de un sistema antagónico al mismo, basado en la constitución de la dictadura del proletariado por parte de las mismas masas oprimidas armadas conscientemente, pues el capitalismo no va a desaparecer por saturación o acumulación de fuerzas reformistas que misteriosamente se convertirán en “revolucionarias”.
En lo que a la opresión de la mujer se refiere, el revisionismo aparece con su visión sesgada, y por ello inoperante para transformar la realidad. El revisionismo confunde la Revolución Socialista con el sindicalismo laboral, por lo que para integrar en su “programa revolucionario” (es decir, de reformas en el ámbito laboral) la cuestión de la mujer pretende que una sucesión de consignas, sin poner en tela de juicio el sistema capitalista, consigan la igualdadigualdad de salariovisibilidad del trabajo doméstico, etc. Cuestiones dicho sea de paso que el marxismo siempre ha tratado, por más que la última oleada feminista, en plena pérdida general del marxismo como referente teórico de los sectores más avanzados de la clase obrera, haya provocado entre buena parte del “marxismo-leninismo” su conversión a una suerte de teoría que se define como economía feminista, que da al traste con la base teórica del marxismo y, en consecuencia, aboca a quienes lo defienden al reformismo más vergonzante y, por tanto, al apuntalamiento de la opresión que sufre la mujer. Por ejemplo, cuando se hace propaganda sobre la “visibilidad” del trabajo doméstico, mayoritariamente desarrollado por la mujer trabajadora, se está planteando que dentro de los parámetros del capitalismo se puede resolver la contradicción antagónica entre la existencia de la familia como institución de clase y el desarrollo de las fuerzas productivas que tienden a hacer partícipes directos de la producción (fuera del plano doméstico, pues el trabajo doméstico también participa de la producción social en tanto sirve para sostener la fuerza de trabajo) a todos los componentes de la sociedad, en ese proceso que hoy se llama comúnmente “incorporación de la mujer al mundo laboral” pero que ni mucho menos es un proceso nuevo, pues es una tendencia histórica propia del capitalismo que, con flujos y reflujos, se inicia en la etapa ascensional del capitalismo, cuando el sistema fabril y las relaciones de clase capitalistas se generalizan en la sociedad rompiendo los viejos lazos del antiguo régimen. Lo que provoca esa irresoluble crisis de la familia como “sistema cerrado” que se “socializa” pero que aún mantiene los viejos lazos propios de su centralidad como institución social reproductora de la fuerza de trabajoque el propio sistema capitalista que lo destruye necesita mantener. Y con el mismo salario a igual trabajo sucede algo similar. Si bien es lícito y lógico que la clase obrera desde su conciencia en sí, en las luchas por su salario fomente la igualdad salarial, lo cierto es que el capital no paga nunca el trabajo que se desempeña, sino la fuerza de trabajo, en concreto, los medios de subsistencia con que la fuerza de trabajo pueda reproducirse. Así sucede que el salario es algo más que una “retribución individual” y está sujeto a múltiples factores sociales y generales de la lucha de clases (cuya articulación social se plasma superficialmente como una “opción” discriminatoria basada en prejuicios morales ajenos al sistema productivo) que han hecho que la mujer proletaria quede atada a una posición subalterna de la que no puede liberarseequiparando salarios pues tal fin es imposible desde el punto de vista capitalista. Que organizaciones “comunistas” abanderen esta utópica consigna sindical, en vez de explicar la imposibilidad de la igualdad en los parámetros de la democracia burguesa, no hace sino engañar a la clase obrera, y en especial a las mujeres proletarias pues las llama a perseguir un fin imposible dentro de los límites del capitalismo.
El revisionismo, mayoritario en el movimiento comunista, plantea frente al feminismo no el marxismo, sino un feminismo “de clase y combativo” que no es más que la versión sindical del feminismo más reaccionario, que se encuentra plenamente integrado en las instituciones del capital. Sucede lo mismo, precisamente, que con el sindicalismo, al que el revisionismo no opone la revolución, sino una versión supuestamente “radical”, de “clase y combativa” que no representa más que una posición más ambiciosa a la hora de negociar con la patronal el precio de la fuerza de trabajo, que la que sostiene el sindicalismo oficial. Dicho sea de paso, los sindicatos como CCOO y UGT no representan una “traición” a la clase obrera, sino que son la expresión concreta de la integración de toda una fracción de la clase asalariada, la aristocracia obrera, dentro del sistema.
El sindicalismo por radical y bienintencionado que pueda ser no puede emancipar a la clase obrera, como el feminismo no puede liberar a la mujer. Ambas prácticas reproducen la sociedad de clases sobre la que se edifica su opresión y necesitan pues para ser elevadas cualitativamente la reconstitución del comunismo como movimiento revolucionario que va construyendo lo nuevo destruyendo esas dinámicas del capital. Cabe entonces retrotraernos a la esencia del régimen social capitalista para dar un paso hacia adelante en la lucha por la liberación social y contra toda tentativa de reforma, que no hace sino modificar una parte para apuntar el conjunto. Lo que implica además desembarazarnos de cualquier “critica moral” (impregnada por las ideas dominantes) para realizar una crítica desde el punto de vista revolucionario.

La esencia de clase de la opresión de la mujer y la Revolución Socialista

Más allá de las diferencias tácticas que tienen los diversos feminismos, su corpus teórico es semejante: El centro de la sociedad se encontraría en la división entre hombres y mujeres, en la constitución del patriarcado como elemento que marca la realidad social en connivencia con el capitalismo, si bien hasta esta altura de señalar al capital sólo llega el feminismo de “clase y combativo”. Al argumento sobre que el patriarcado (que como marxistas solo podemos entenderlo como formulación social objetiva que imbrica la especial situación de opresión que ha sufrido la mujer en los distintos sistemas de clase) no es una separata (agregable o no al resto de las contradicciones sociales como si fuese una “alianza consciente” de la “clase capitalista” y los “varones”), sino que es producto de las relaciones capitalistas contesta de manera forzada que la mujer ya vivía en la penumbra antes que existiera el capitalismo. Y si bien es cierto, el argumento queda falto de recorrido y se hace pareja de lo que contesta, por ejemplo, el pacifista pequeño burgués cuando se le señala que el capitalismo es la guerra. El problema es que esta separación de ambos elementos (y tanto da la opresión de la mujer, como el militarismo, el racismo, etc.) resulta de una visualización anti-dialéctica que presenta la opresión de la mujer como complemento externo del régimen de clase, en este caso, del capitalismo.
¿Qué representa entonces el capitalismo? El capitalismo es el modo de producción que continúa al feudalismo, al igual que este nació del esclavismo. Son todos sistemas de clase, cuya principal característica común es la división social del trabajo de la cual se obtienen indefectiblemente dos clases antagónicas: la de los productores y la de los dueños de los medios de producción. Lo que difiere entre estos sistemas son los métodos (que encuentran su necesidad histórica en el mismo desarrollo social) con que cuenta la clase dominante para apropiarse del trabajo ajeno para extraer plustrabajo de la clase oprimida: en el esclavismo y el feudalismo son distintos modos de coerción político-jurídica los que sirven al amo o al señor para ser dueños de lo que otros producen. En el capitalismo es “simplemente” la coerción económica, las necesidades que el estómago impone a una clase que sólo cuenta con su fuerza de trabajo para subsistir de día en día.
Ello quiere decir que todos estos modos históricos de producción están atravesados por unas problemáticas comunes que derivan de unas contradicciones que se repiten pero en modo distinto, contradicciones entre producción y distribución, entre poseedores y desposeídos, entre clases sociales cuya lucha es el motor de la historia. A raíz de la explotación de trabajo ajeno, y no al revés, podemos explicar coherentemente la guerra, el racismo, la opresión de la mujer, acontecimientos que toman formas distintas en cada fase histórica pero, como decimos, encuentran su comunidad material y real en la división en clases que, actualmente, toma la forma histórica de capitalismo.
Salirse de los parámetros objetivos de la lucha de clases para explicar un fenómeno histórico social es enfangarse en la ideología dominante. Si tuviésemos que señalar el periodo histórico en el que la mujer empieza a ocupar una posición subalterna en la sociedad, tendríamos que acudir alsurgimiento de la división social del trabajo, base de toda forma de sociedad de clases y de Estado. Es en ese período en que decae el comunismo primitivo y es sustituido por formas pre-estatales donde la división del trabajo en la sociedad empezará a implicar jerarquía social, surgiendo la propiedad privada, el Estado y la familia como célula nuclear de reproducción social, todo sobre las bases del excedente surgido por los cambios operados en el modo de producción que harían que la humanidad pasase del estadio social del comunismo primitivo a la era de la esclavitud, inaugurando así la era de la sociedad de clases.
Por tanto, la opresión de la mujer no es ahistórica, ni tiene que ver con algún trasfondo natural e innato que lleve al varón a situarse por encima del género contrario, como en demasiadas ocasiones señala el feminismo, cuyo alimento teórico no se encuentra en la realidad material sino en los esquemas de género descritos por la clase dominante. La opresión de la mujer es transversal a los distintos sistema de clases, pero no ajeno a ellos. Por lo que sólo levantando conscientemente una nueva sociedad, podrá la mujer encontrar su liberación.
Como apunte para el debate, no deja de ser reseñable que en plena ofensiva ideológica y política de la reacción, el feminismo, como hasta hace poco el nacionalismo pequeño burgués, desplace cada vez más al marxismo entre las filas del denominado movimiento “comunista”. El marxismo, como poco desde mediados del siglo XX, desarmado como cosmovisión proletaria de la realidad (salvo en algunas excepciones temporales que lograron desarrollar la experiencia revolucionaria del proletariado durante la segunda mitad del siglo XX) deja el paso a interpretaciones pequeño burguesas de todo tipo. Esto en política se ve con la ruptura del movimiento político del proletariado como un todo y se traduce en la vuelta definitiva a un movimiento basado en la conciencia en sí de la clase, aunque no tal como se había dado anteriormente sino adecuándose ahora a los intereses de clase de la aristocracia obrera. Estalla así el movimiento feminista moderno, desgajado de la Revolución y circunscrito a la reforma parcial del capitalismo. El nuevo feminismo burgués va a integrar ahora nuevos elementos que no habían estado presentes en la era del sufragismo, producto del desarrollo de esa tendencia, aún más aguda en las sociedades imperialistas, que pone en primer plano la crisis sistemática de la familia, junto al sistema en su conjunto, como núcleo reproductivo de la sociedad y agudiza esas contradicciones en torno al género, la sexualidad, etc.
Por supuesto, el marxismo del anterior ciclo revolucionario no pudo tener en cuenta, por sus limitaciones históricas, algunos aspectos relacionados con esto (hay que resaltar que el distanciamiento del Movimiento Comunista Internacional durante el s. XX con respecto a estas cuestiones forma parte de la deriva general del MCI hacia su bancarrota) cuestiones todas ellas que en la reconstitución de las armas teóricas de la clase obrera merecerán, como todos aquellos elementos que suponen desarrollo social, ser reincorporadas al movimiento obrero revolucionario, aunque en una escala cualitativamente superior, que abata todo lo que de reformista y reaccionario contengan. No obstante frente a lo que proponen las distintas versiones del feminismo existente, sobre todo aquellas que se agarran a algo tan ajeno a la liberación de las masas como la propaganda por el hecho en su versión más ridícula, la mayoría de experiencias que en estos campos ofrece la historia de la Revolución Proletaria y el Movimiento Comunista, siguen estando varios pasos por delante. Desde la obra teórica-filosófica de los clásicos del marxismo, en cuya génesis ocupa un lugar importante la emancipación de la mujer, hasta las prácticas promovidas en los primeros compases de la Revolución Socialista de Octubre por el Komsomol, todo ello que requiere del estudio y análisis específico por parte del movimientos revolucionario y la juventud proletaria, hay que recuperarlo cara a la construcción del movimiento que enfrente el próximo ciclo revolucionario, dejando a un lado los esquemas pequeño burgueses que hoy ocultan la esencia del régimen capitalista y sus instituciones de clase. 

“Cuanto más fuerte sea el movimiento revolucionario de los trabajadores, cuanto más altos ponga los objetivos, más completamente se absorberá en él el movimiento femenino y más fácil le resultará, en el período de la dictadura del proletariado, soltar el nudo gordiano del problema de la mujer ante el que ha fracasado tan lastimosamente la sociedad burguesa. Cuanto más nos acercamos al triunfo de la clase trabajadora y del sistema comunista, más claro se dibuja el futuro de la mujer. Ahora depende de las mismas mujeres, del grado de su conciencia política y de su actividad revolucionaria si el momento de su liberación definitiva se encuentra en un futuro próximo” Alexandra Kollontai

Juventud Comunista de Almería
Juventud Comunista de Zamora
8 de Marzo de 2014

Primera sesión del EMA

. martes, 14 de enero de 2014
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Camaradas y amigos, este domingo a las 18:00h se desarrollará la primera sesión del EMA (Escuela Marxista de Almería) en la sede de USTEA

El EMA es un nuevo círculo de estudios creado a partir del antiguo CEMA junto a los camaradas del FRML de nuestra provincia, teniendo como objetivo el estudio, investigación y análisis del marxismo y de las experiencias revolucionarias para aportar en su comprensión y sintetización.

El material a estudiar en ésta sesión, serán los tres primeros capítulos del "¿Qué hacer?" de Lenin y el documento "La conciencia desde fuera: Marx, Lenin y el proletariado" de Shandro Alan.

La dirección es C/ Gustavo Villapalos S/N, bajo, al lado de los aparcamientos del Carrefur.


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