Un día tal como hoy se proclamó la II República Española, en aquel tiempo, nuestro país, se encontraba en una situación de subdesarrollo a nivel infraestructural y de superestructural: Tanto las relaciones de producción, como su sistema representativo, administrativo o jurídico, eran más propios de un sistema semifeudal. La llegada de la II república dio lugar a una revolución democrático-burguesa y al definitivo asentamiento del sistema capitalista, lo cual significó un importantísimo avance en aquel tiempo, dotando al País de una de las constituciones más avanzadas, incluso más que la actual. Incluso se llegó a plantear como probable dar un paso más allá a nivel cualitativo, la acumulación de fuerzas que supuso el Frente Popular hizo soñar a muchos con un sistema de libertad, sin explotación del hombre por el hombre, con el socialismo, el PCE se encontraba en primera línea de fuego de las luchas inmediatas de las masas asalariadas, mostrando la necesidad de la organización y de que la única forma de evitar la injusticia y la explotación era mediante una revolución, pero proletaria, donde los trabajadores sean los verdaderos amos de sus vidas, de sus medios de producción y del sistema en su conjunto.
Ochenta años después, volvemos a reclamar un sistema republicano, después de que 40 años de franquismo, nos asestara un golpe de realidad sobre lo que hace el capitalismo, cuando se intentan cumplir las aspiraciones de justicia de la clase obrera. Pero hoy no reclamamos un sistema democrático-burgués como si era revolucionario exigir antaño, puesto que este ya lo tenemos y lo sufrimos a diario. Hoy exigimos y no descansaremos hasta conquistar un paso mas, un avance cualitativo, una III república socialista, ya que hoy en día una republica al uso, no solucionará la situación de explotación, de paro crónico y crisis capitalista que vivimos, como ejemplos vemos a Portugal, hoy a las puertas de la intervención por parte del BCE. La República Socialista, es la única posibilidad que tiene la Clase Obrera de ser dueños de su destino, de poner fin a la explotación y a la precariedad en la que vivimos especialmente los sectores de la juventud, las mujeres e inmigrantes.
¡Viva la III República Socialista!
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